No nos pidieron disculpas por la parte del ridículo que nos toca – Álvaro Puente
Se ríen del espectáculo de los enviados bolivianos a la OEA. Dicen que los corifeos del MAS solo hicieron el ridículo. Dicen que solo sirvió para que los trataran y se volvieran con el rabo entre las patas. No es así. Claro que sirvió y para mucho. Antes de oírlos y verlos fuera de sus casillas, todo el mundo estaba convencido de que era broma lo de los derechos humanos del presidente. Estaban seguros de que era chirigota, si había sido el que más veces pudo presentarse en toda la historia nacional. Al ver tan furioso al ministro se han dado cuenta de que lo que parecía payasada es nuestra cruda realidad ¿Parece poco ese fruto? Es importantísimo que se den cuenta en el mundo de que nuestro Macondo particular no es realismo mágico, es craso realismo masista.
¿Si la inocente y universal frase del señor Almagro es intromisión, qué calificativo queda para la incursión guerrillera del Che Guevara? En el mundo pensaban que era chiste la rasgada de vestiduras. Tiene que ser chiste la reelección. Tiene que ser broma pesada lo del derecho humano del presidente. Ahora, después del espectáculo, por fin nos tomarán en serio. Con el circo de la delegación oficial no nos ganamos respeto, pero en adelante tomarán en serio la información que les llegue de Bolivia.
Lo tenían todo armado. La justicia esperando para obedecer y el coro preparado para festejarlo. Cuando todo estaba armado, en el preciso momento, llega la OEA y mete cuchara. Faltó tiempo a los monaguillos del presidente para correr. Partieron a tierras del imperio, con la convicción criolla de que el que grita más fuerte es el que tiene la razón. Se fueron seguros de que quien insulta primero y pone cara de más malo es el que gana la batalla. Llegaron, gritaron, patalearon, insultaron, pero se fueron apagando poco a poco porque nadie reaccionaba. Nadie se asustó. Nadie perdió la serenidad. Con toda la educación del mundo, que faltó a la delegación boliviana, con todo respeto, rebatieron la queja y desarmaron las afirmaciones que acababan de arrojarles. Como nosotros, allá tampoco aceptó nadie que fuera intromisión decir que los referendos se respetan. Ahí quedó, como tantas otras verdades universales, como derecho elemental. Es que la ética, la decencia, la corrección, la honestidad, son valores universales y no se pide permiso ni se pide disculpas por esperarlas. Les contestaron con calma y con inteligencia y los dejaron sin respuesta. El ministro enrolló su pancarta y metió al bolsillo su discurso. Hicieron una mueca de despedida y salieron sin hacer ruido.
Es verdad que el encuentro tuvo serios defectos. Quizás el mayor fue que no estuvieran en él los jueces que deberán obedecer. No estuvieron todos los ministros. Faltó la bancada oficialista. En fin, faltaron los que no se han dado cuenta de que sus argumentos no tienen peso. Faltaron los que creen que porque lo dijo el jefe tiene que ser verdad. Faltaron los que necesitan conocer un poco más la vida y el mundo para estar a la altura del siglo que vivimos y del Gobierno que necesitamos.