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Academia por la libertad 2018
La economía de la mediocridad

La economía de la mediocridad

Por: Marlene Sánchez

 

Pensar en el ser humano como una especie capaz de adquirir derechos y obligaciones es limitar groseramente el potencial que tenemos tanto a individual como socialmente. Imagina que tienes un amigo que te asegura ver en ti una persona incapaz de prosperar, de mejorar tu situación económica, no apto para proveer para ti mismo y superar nuevas responsabilidades y retos en tu vida, que no sabes administrar tu dinero de manera inteligente t que nunca lo harás. ¿Qué pensarías si fueras un niño con proyección de futuro y te dicen lo mismo?

 

Probablemente te sentirías ofendido y molesto con cualquiera que te califique de esa manera y si fueras un niño, probablemente te sentirías inseguro y dudoso.

 

Esta concepción de inutilidad del ser humano lleva a algunos sistemas de gobierno pretender hacer todo por los ciudadanos porque estos no son capaces de hacerlo por ellos mismos, haciéndolos altamente dependientes de la figura estatal y por lo tanto más fáciles de dominar. ¿Es meno insultante la concepción de inutilidad que viene del gobierno? No, sin embargo, de alguna manera las sociedades parecen tolerar y aceptar esa concepción de si mismos cuando viene el estado. En Bolivia la manera de expandir este pensamiento en los últimos años ha sido por medio de la atención a las necesidades personales a corto plazo y la eliminación de la competencia.

 

Un ejemplo simple para entender el abordaje de las necesidades a corto plazo es cuando ves a una señora pidiendo limosna en la calle, la moral te motiva a hacer algo para ayudarla y darle unas monedas, puede comer un día, y esto es moralmente bueno, sin embargo, qué pasará en un mes o dos, ¿será capaz la señora de subsistir? Tal vez sí, pero difícilmente prospera en su vida y lo más probable es que heredé esa situación sus hijos.

 

Jhon Lock decía que nuestros derechos individuales son previos a el Estado, por lo tanto, no deben ser superados por el rol del estado, el cual es un garante o debería ser uno del ejercicio de nuestras libertades individuales. Indudablemente hay personas que necesitan ayuda para su bienestar, enfermos, niños abandonados, ancianos, etc. En ámbitos de corto y largo plazo, pero hay sectores que no necesitan de esto y que pueden valerse por si solos, entonces estos beneficios solo insultan al individuo.

 

Un ejemplo que nos ayuda a entender la otra manera de explicar la inutilidad del ser humano es la eliminación de la competencia, imagínate que practicas un deporte y no hay competidores, ¿Cómo sería tu rendimiento en el mismo? ¿Tendrías la necesidad de mejorar sabiendo que sos el único que lo practica y que siempre vas a ganar? Claro que no lo harás, si no hay competencia no hay adversidades y no hay metas ni progresos.

 

Algunos gobiernos hacen esto basados en el darwinismo social, por la supervivencia del más fuerte, sin embargo, Adam Smith sostuvo que las personas no eran egoístas, pero si interesadas por medio de la legitimidad y sus intereses propios buscaban sus propios beneficios. Siguiendo esta línea todos tenemos intereses particulares y buscamos la libre manera de llegar a ellos por medio de la legalidad.

 

Este mecanismo gubernamental, de eliminar la competencia va en contra de nuestro concepto de cooperación porque sugiere al ser humano no ser capaz de cooperar por lo que hay que restringir la competencia para que el más débil no sea aplastado. Termina una vez más el Estado atacando principios liberales. Podemos concluir que por buscar una “igualdad” solo se perjudica a las libertades individuales, también que el dinero por querer cumplir con los derechos y necesidades de todos no significa riqueza, esa es una diferencia sustancial en economía. El estado no debe crear dependencia de los ciudadanos al mismo. No podemos permitir que nuestras decisiones sean sometidas a este ente. Las consecuencias a largo plazo de estas acciones son la mediocridad total y la pérdida gradual de libertades fundamentales.

 

*La opinión del autor no constituye una posición oficial de la Fundación Nueva Democracia.

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