Feminismo el disfraz de la nueva izquierda Inocentes condenados, culpables libres: La fantasía del debido proceso
Por: Estefani Tapia
Hace unos meses se dio a conocer la sentencia del caso de María Isabel Pilco, una mujer que a sus 28 años fue asesinada por su pareja David Viscarra M. Como era de esperarse en un país donde se escuchan diariamente de inocentes presos y culpables absueltos, el Tribunal Primero de Sentencia Anticorrupción y de Violencia contra la Mujer de la ciudad de La Paz decretó la inocencia y la libertad del acusado.
La causa (o mejor dicho una de las causas): en Bolivia el debido proceso -supuestamente garantizado por la CPE y que supone un proceso justo- no es más que una fantasía. En este caso en específico (que en realidad es lo que pasa en tantos otros casos) la investigación estaba llena de falencias, no se realizaron los estudios periciales necesarios, no se presentaron todas las pruebas o se presentaron algunas sin contundencia necesaria, se descartó el testimonio del médico forense, no se consideró el certificado forense y no se tomó en cuenta la denuncia que María había hecho contra David Viscarra antes de morir.
Pero lo más preocupante es lo que dijo el acusado a los jueces: “Si me condenan, condenarán a un inocente, como en el caso de Reynaldo Ramírez”, haciendo referencia al caso en el que sentenciaron a un inocente por un feminicidio en Santa Cruz. Esto lo uso la defensa y alego que no se tenían las pruebas suficientes y que se debía evitar el error procesal y no repetir el mismo error que se cometió en Santa Cruz.
Pero el hecho es que no por miedo a cometer un error se debería absolver de culpa, pero es más, los abogados, investigadores, forenses, jueces y fiscales deberían hacer su trabajo responsablemente para no tener dudas al momento de dictar una sentencia. Por algo existen los procedimientos y las garantías que dicta el debido proceso y es justamente para dar una sentencia justa.
Sin embargo en Bolivia se dan casos como aquel de Ángel Fernández Cuña que estuvo 14 años en la cárcel para colmo con detención preventiva (que según la ley no debería sobrepasar los 6 meses); de inocentes como Jhiery Fernandez, que sin las pruebas suficientes y por presiones de tipo económico, político o social terminan privados de libertad; y también de asesinos, feminicidas, violadores o ladrones reincidentes de los que se escucha diariamente porque son puestos en libertad después de unos días de detención.
Respetar el debido proceso y todo lo que implica en procedimientos y garantías (derecho a la defensa, la garantía de presunción de inocencia, la asistencia de un traductor o intérprete, contar con un abogado, derecho a un juez imparcial, etc) es respetar los derechos humanos no solo de la víctima denunciante, sino también del acusado. Porque aunque a veces no queramos entenderlo el acusado también tiene derechos que se deben respetar antes y después de ser sentenciado. Parece que como país hemos perdido el rumbo en cuanto a justicia se refiere y se hace urgente resolverlo, respetar los derechos humanos por sobre todo y empezar a proponer y ejecutar cambios estructurales en el sistema para institucionalizar la justicia y que ésta (y los que la administran) sea de una vez por todas imparcial, correcta, justa y responsable.
*La opinión del autor no constituye una posición oficial de la Fundación Nueva Democracia.
Modificado por última vez en Sábado, 20 Octubre 2018 16:46