Ya no más tiranía
Aarón Justniano
Si existe algo que nadie nos garantiza, que sea hereditario o que se conserve con el transcurso de tiempo, es la libertad, es por esto que necesitamos no solo entender el peligro que significa perderla, si no también reconocer, encontrar y vigilar a aquellos factores que amenazan al Estado de Derecho, el desarrollo y la ya nombrada y tan importante libertad. Las políticas y reformas tanto económicas como gubernamentales, por las que tenemos que inclinarnos, deben estar proyectadas en un largo plazo, con el fin de tomarnos la ley seriamente y no de manera desechable. Sumando a esto, la vigilante a la necesidad de retomar nuestros valores de República, al volver a ser estrictos con el cumplimiento de funciones por un periodo de tiempo determinado a los gobernantes de turno y no tolerar aquellas ambiciones de perpetuación del poder. Se podría decir entonces que lo que necesitamos en una inversión de los factores que estamos acostumbrados a ver. Para que en vez de la búsqueda de esas reformas cortoplacistas enfocadas al mal llamado “desarrollo” de los próximos 3 o 5 años, podamos implementar nuevas políticas y reformas que si sean competentes al mayor largo plazo posible. Y en consecuencia también quitarnos la mala costumbre de ceder a la idea de que deben existir pocos gobernantes, con mucho poder, por mucho tiempo; y abrazar la idea de descentralizar el poder entre más gobernantes que tengan que trabajar juntos y delimitar el tiempo que los gobernantes de mayor rango ocupan en el poder; como alguna de las medidas para evitar aquella tolerancia a las ambiciones que desembocan en tiranía tan habitualmente. Si bien es cierto para lograr todo esto precisamos del cumplimiento del Estado de Derecho, el respeto a este radica en la cultura del individuo en la sociedad y su relación con los valores de una buena institucionalidad. Y es que el solo entender que los políticos trabajan para nosotros y son nuestros servidores nos debería ayudar a ver y comunicar de manera más clara, las ideas que queremos dentro de nuestro gobierno, vigilar las actitudes del individuo que aspira a estos cargos y no caer en creer aquella narrativa dañina del “repita lo que digo, y no lo que hago” y evaluar de mejor manera las consecuencias a las decisiones de aquellos que nos quieren gobernar. En busca de vigilar, limitar a los gobiernos y exigirles que se dé prioridad a las ideas, antes que a los intereses.