El poder de las Ideas en las Instituciones
Por: Andrea Nicola Arispe
Desde tiempos remotos, hemos visto el progreso y el fracaso, tanto económica y políticamente, de diferentes sociedades. Esto ha causado gran debate entre los intelectuales de distintas épocas, cuestionándose la causa del avance de unas naciones en comparación a otras. Algunas intervenciones académicas creían que el progreso de los países se debía por la riqueza de recursos naturales, otros por la geografía de los países, incluso existen planteamientos que el avance se “hereda” del sistema colonizador, sea anglosajón, francés o español. Sin embargo, un pensador del siglo XIX, Alexis Tocqueville pensaba que el progreso de la sociedad, se debía a la cooperación humana, lo cual “no podía darse” si la sociedad y las instituciones que la conforman no eran libres. Adam Ferguson también planteaba esta dinámica “Muchas de las instituciones humanas son el resultado de la acción humana, pero no del diseño humano”.
Frente a esta reflexión de “acción humana” pude concluir que muchas veces el “diseño” puede alterar el resultado final de las sociedades y creo que es lo que ha pasado en Bolivia los últimos años. Muchos gobiernos son conscientes de la débil institucionalidad y al querer arreglar el problema, diseñando el mejor método de institución y planificación económica sólo han deteriorado el panorama. Según la guía de los estudios de los principios para una sociedad libre escrita por el Dr. Nigel Ashford y comisionada por la Fundación Jarl Hjalmarcon “La sociedad es el resultado de las acciones humanas y espontáneas de un pueblo libre”. Es claro que la institucionalidad es clave para el desarrollo de una sociedad, pero muchas veces se desestima el poder que tienen las ideas al construir una institucionalidad sólida, más aún si se desarrolla de forma “espontanea”.
Si caracterizamos por etapas y sujetos que protagonizan las ideas, en la primera etapa se encontrarían los intelectuales, economistas y filósofos generando nuevas ideas, en la segunda etapa se encontrarían los periodistas, profesores, escritores, esparciendo estas idas a la opinión popular; Si la opinión popular las acepta, los políticos deben integrarlas en las políticas públicas a realizar. Colocando las ideas en un mercado de oferta y demanda, vemos que los políticos por inercia obedecen lo que la opinión popular demande. No hay manera de cambiar el mundo sin cambiar las ideas que determinan la forma de conceptualizar el mundo. Pero como crear un marco institucional que proteja las libertades sociales y económicas. ¿Cómo hacer que los individuos de una sociedad demanden este tipo de instituciones y esta clase de ideas?
Dejando caer estas ideas en la sociedad actual boliviana, podemos ver inclinaciones de índole colectivista, sindicalistas, gremialistas, entre otros. No obstante se vislumbran nuevos pensamientos. Ayer por ejemplo, conversando con otros participantes de la Academia de la Libertad, entre un comentario y otro, surgió el común denominador de que en sus familias, los pensamientos e inclinaciones liberales que tenían aquellos jóvenes eran demasiado “radicales” frente a las generaciones pasadas de su familia.
Por un lado, es el reflejo del pensamiento tradicional conservador boliviano y por otro es el surgimiento de ideas frescas a partir de una nueva generación. A pesar del “rechazo”, los jóvenes presentes se muestran muy orgullosos de respetar sus propios pensamientos e ideales, a pesar del desagrado de la mayoría.
Bolivia está pasando un momento coyuntural importante de germinación de nuevas ideas, si las ideas de la libertad empiezan a tomar batalla en las nuevas generaciones, no estaremos tan a la deriva como pensamos, sino tomando un buen rumbo. Este es el primer paso para crear una sólida institucionalidad boliviana, ser conscientes del poder de las ideas en la sociedad.
*La opinión del autor no constituye una posición oficial de la Fundación Nueva Democracia.