
Consideraciones importantes sobre el Comercio Exterior – María Esther Peña Cuéllar
Bolivia: “hay que dar las señales correctas”
Recordemos que Bolivia, así como la gran mayoría de los países latinoamericanos, se benefició por más de una década de una inédita y prolongada expansión de la economía mundial gracias a la incursión de los denominados países emergentes que se convirtieron en grandes demandantes de materias primas, alimentos y energía, en un mundo que, por efecto de la globalización, se tornó en multipolar tanto en lo político como en lo económico y comercial.
Como una bendición de Dios, nuestro país recogió “de rebote” el enorme beneficio que supuso el tener precios altos para las materias primas que se prolongaron a lo largo del llamado “superciclo económico” que cambió la atávica historia del efecto negativo del deterioro de los términos de intercambio que siempre iba en contra de los países primario-exportadores. (Ver Figura Nº 1)
Lo bueno de esta historia fue que las ventas externas de Bolivia crecieron como nunca antes, principalmente en términos de valor, como consecuencia del benéfico “efecto precio” que las impulsó a expandirse también en términos de volumen. Sin embargo, el gran defecto de todo esto fue que el país —con la comodidad de recibir tales beneficios “del cielo” y prácticamente sin hacer nada— fue retornando a un pasado que ya se creía superado: al viejo modelo primario exportador, lo que la tornó fuertemente dependiente de la venta de recursos naturales extractivos y no renovables como los hidrocarburos y los minerales, al extremo que el gas natural llegó a representar cerca del 50 % de las exportaciones y, junto con los minerales, más del 80 % de las mismas, correspondiendo el restante porcentaje a las exportaciones no tradicionales (son aquellos que tienen un valor agregado en el proceso de su producción).
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